RESEÑA PUTINOIKA

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RESEÑA PUTINOIKA

Putinoika by Giannina Braschi

RESEÑA Putinoika: la sátira y el furor de Giannina Braschi frente a la tragedia moderna

La escritora convierte la tragedia griega para confrontar las complejidades del mundo actual

EL NUEVO DIA

Por Carmen Dolores Hernández

La Grecia de los clásicos vive aún, sobre todo, en la escritura de Giannina Braschi. Viven las bacantes, las musas y las furias; viven los sátiros; vive Edipo, al igual que Antígona y Casandra, también Tiresias, Creonte y Electra. (Aparecen aquí también, entre muchos otros, El Greco, María Callas y Picasso, con Ivana, Ivanka, Melania y “Pendejo”, -el innombrable- además de Giannina misma.) En un momento de horrores inenarrables, en que armas mortíferas de alcance impensable pueden aniquilar a pueblos enteros en un instante; uno en que nos enfrentamos a diario con masacres y genocidios y en que los políticos, en su furor, insultan impunemente a países enteros y los votantes les ríen las gracias -sin hablar siquiera de las inmundicias que profieren- solo una escritura desmesurada puede aproximarse a la experiencia de nuestros males cotidianos.

Fueron ellos, los griegos, quienes con sus tragedias arquetípicas abrieron el terreno literario capaz de escenificar lo inenarrable y de presentar el horror impensable. Ellos se aventuraron por los caminos del sufrimiento extremo -hijos contra padres, madres contra hijos, luchas fratricidas, furias desatadas, venganzas sangrientas, frenesíes incontrolables- intentando representar la impredecibilidad del destino humano y la impotencia que sentimos ante él. En este libro inclasificable (“¿poligenérico?”), también Giannina Braschi expresa una especie de furor báquico literario que no conoce de frenos, ni de reglas, ni de continuidades y secuencias. Desenfrenada, fragmentaria, contundente en su presentación de un mantra –”colusión, polución y delusión”- que arropa a la sociedad contemporánea, su escritura se muestra salvajemente irónica y escandalosamente desmitificadora. El libro debería de venir precedido de una advertencia: “no apto para lectores convencionales”. La única lógica que impera en esta escritura es la de las intuiciones, que llevan de un planteamiento o una reacción visceral a la siguiente; la de la afinidad de los sonidos, que van conformando lo que resulta a veces en una extraña armonía y otras deviene en cacofonía; la de las sensaciones y alusiones que se emparentan, se potencian recíprocamente y se dispersan luego en todas direcciones, abriendo el texto a una multiplicidad de significados. Todo ello, de paso, entreverado de recuerdos y vivencias personales y de reacciones a personalidades como Putin y como Trump a quienes, muy lamentablemente, tendremos que seguir soportando como actores (¿villanos?) en el escenario mundial. Para muestra, basta un botón: “Antigone – Anti what is gone, if it leaves, it is for a reason. Anti has to be gone. It has to go. It always goes against. Against the state – against kinship- and against myself. Anti has to go from gone. Gone has to leave immediately without pause, without cause…”

La presencia de la tragedia griega -convertida aquí en sátira salvaje- es muy evidente: Ismene conversa con Giannina; Edipo con Creonte; Baco con “Pendejo”, que amenaza con “lock him up”; el senador Romney con la senadora Lisa Murkowski; también las bacantes se burlan de Putin y las furias de “Pendejo”. Y a lo largo y lo ancho de un texto vital, dinámico, que destila energía, se encuentran también momentos, pasajes, sentencias que encapsulan una gran sabiduría. Lejos de estar engarzados, sin embargo, en exposiciones elaboradas, se insertan -como joyas solitarias- entre parrafadas de las que sobresalen sorprendentes y brillantes: “… poetry has its own time – that is not facetime or Instagram or twitter but the time of timeless and untimely matters”; “we know matter contains the spirit”; “There are two countries in this country. Not the poor and the rich. But the one that is no more and the one that is becoming obvious every day”.

No estamos hablando, pues, de un libro común y corriente. Es uno que tiene mucho de poesía, es decir, de esa “otra voz” de la que hablara Octavio Paz: intuitiva, audaz, sorpresiva. También tiene de filosofía: sentencias de apretado significado que invitan a la reflexión. Los pasajes autobiográficos se cuelan por los intersticios de la narración con cierta regularidad y la sátira -sofisticada y salvaje- lo permea todo, sobre todo lo alusivo a cierto personaje real, ya convertido en el más poderoso del mundo, que aquí aparece como irracional y bufonesco, con lo cual, en otro rizo impredecible de un texto todo él impredecible, la comedia humana se convierte en una tragedia mundial.

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