Entrevista: Los extraordinarios mundos de Giannina Braschi

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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NORTEAMERICANA DE LA LENGUA ESPAÑOLA (BANLE)

Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí.

F. Nietzsche. Así habló Zaratustra.

Nuria Morgado, Editora General, Boletín de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (BANLE) 

A Giannina Braschi no se le pueda clasificar. Es de aquí y es de allí, y no es de ninguna parte. Como artista y escritora es poeta, narradora, dramaturga, actor, filósofo, y es todo a la vez. Pero, sobre todo, Giannina es Poeta, en el amplio sentido de la palabra. Vive, siente, piensa, habla, camina como Poeta. Es la que da (a) luz a la nietzscheana estrella danzarina. En el terreno intelectual latino-estadounidense ocupa un lugar destacado, relevante por su compromiso crítico al colonialismo estadounidense y por alternar el uso del español, spanglish e inglés en su obra, entre otros temas. Su genialidad está expresada en libros como El imperio de los sueños (1988), una epopeya posmoderna en donde tiene lugar una sinfonía de poesía, prosa y teatro sobre su relación socio-política, cultural y lingüística con la ciudad de Nueva York; Yo-Yo Boing! (1998), escrita en espanglish y en donde se tratan temas tan diversos como el racismo, el colonialismo, la independencia de Puerto Rico o la violencia doméstica; y United States of Banana (2011), una tragicomedia posmoderna en la que se mezcla novela, drama y poesía sobre la caída del imperio americano. Y todo su trabajo, absolutamente todo, es un divino concierto musical de palabras. Sobre su obra existe ya una extensa bibliografía crítica, siendo el libro más reciente el editado por Frederick Luis Aldama y Tess O’Dwyer, Poets, Philosophers, Lovers. On the Writings of Giannina Braschi (University of Pittsburgh Press, 2020).

Para Giannina Braschi la libertad es muy importante. Es la libertad que nace de la poética de la afirmación. Y cuando escribe, a ella le gusta que las cosas fluyan, no tiene ningún argumento per se, pero sí tiene ideas y tiene sentimientos, mucho sentimiento. Y escribe como camina por la vida, viviendo una aventura cuya multiplicidad de escenarios la transforman, inevitablemente, la metamorfosean. Conversar con Giannina es caminar, y cuando se camina con Giannina se vive esa dimensión que se parece a la que experimenta un niño cuando, emocionado, abre un cuento y, como una caja de sorpresas, un mundo de infinitas vivencias le inunda con asombro. O como esa otra dimensión creada cuando se manifiestan en su sublimidad los universos escondidos tras el encaje de las rizadas ramas recién nevadas de un bosque. Giannina es Wendy y Peter Pan en su isla del Siempre Forever, y vuela con el poeta actor y el poeta filósofo, porque ha logrado victoriosa la transformación nietzscheana del espíritu.1 Como el poeta de su “Breve tratado del poeta artista”, Giannina “sueña grandes sueños, porque trabaja como canta el ruiseñor […] [Porque] siente como un niño, piensa como un filósofo y se transforma como un actor”, porque posee el demonio de la afirmación del poeta artista, el demonio que rompe con todo vínculo y nace de la ruptura y afirma lo negado, siempre portador de valores positivos.2 Así, Giannina es el poeta niño, actor y filósofo que afirma, “porque la ofensa es una negación” (Breve Tratado). Decía Nietzsche que, “para el juego del crearse precisa un santo decir sí: el espíritu quiere ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo” (Así habló Zaratustra). Giannina es la que activa el sí para poder seguir creando. Como directora de su propia orquesta poética, Giannina alza la batuta y, como si de una varita mágica se tratase, los movimientos sinuosos de su pluma-batuta-varita mágica transmiten la fuerza de la afirmación en cada personaje e historia, en cada drama que surge de su universo poético y que transforma la ficción, porque el poder del poeta artista se disuelve en su obra. Y así engendra la poética del niño, del actor, del filósofo, transformándose, y a la vez siendo una sola esencia, la del poeta artista.

Esta entrevista, o parte de una conversación que en su naturaleza infinita se va construyendo en el tiempo, se detiene un momento en los mundos inagotables que la acompañan. Un nuevo libro se está conjurando. Giannina me habla de un fragmento de su nueva creación que se titula “La puta, la partera y la bruja”. El personaje de la bruja, confiesa, está inspirado en uno de los personajes de Ovidio. En Las metamorfosis, (libro IX, versos 273-323), la madre de Hércules, Alcmena, una reina mortal, recuerda el nacimiento de su hijo (su padre era Júpiter) y el dolor vivido en el momento de dar a luz a un niño tan grande. Atormentada durante siete noches y siete días, Alcmena imploró la ayuda de Lucina, la diosa que se encargaba de auxiliar a las mujeres durante el parto. Pero aunque Lucina se manifestó, no la ayudó, ya que cumplía el deseo de Juno (la esposa de Júpiter) de impedir que ese parto se diera, y lo intentó impedir cruzando los dedos y los brazos. Pero Galántide, la sirvienta de Alcmena, se dio cuenta de los planes de Juno y engañó a Lucina diciéndole que el niño ya había nacido, lo que provocó tal sorpresa a la diosa que esta aflojó las manos haciendo que su propia magia abortara, permitiendo así el nacimiento de Hércules. Y Giannina recrea o reescribe la historia de este mito en una parte de su nuevo libro.

ENTREVISTA

Braschi by photographer Laurent Eli Badessi
Giannina Braschi by Laurent Eli Badessi

Giannina Braschi [GB]: Yo tengo un fragmento de mi libro que se llama “La puta, la partera y la bruja”. Me gustan estos personajes porque abren puertas. Son personas que abren. La partera está ahí para darle la bienvenida a los niños al mundo. Y la puta también está abriendo algo. En mi fragmento la bruja estaba allí viendo el parto de un niño. Está inspirada en un personaje de las Metamorfosis de Ovidio, la diosa que fue enviada para impedir el nacimiento de Hércules. Me interesó ese personaje de Ovidio, aunque no es un personaje que haya atraído la atención general. Como los personajes fugaces del Quijote,3 esos personajes que pasan desapercibidos, nadie se fija en ellos, pero yo sí que me fijo y me interesan. Una vez les prestas la atención debida te das cuenta de que tienen las mismas características que los personajes principales, son microcosmos en el macrocosmo, pero en realidad es lo mismo. Son microcosmos pero tienen el mismo carácter.

En mi novela, la bruja está impidiendo el nacimiento del niño de la puta, and she is crossing her fingers, crossing her arms, crossing her legs, pero viene este otro personaje, que es la mucama, y le dice que el niño ya ha nacido, pero no es verdad, la engaña. Pero al decirle esto, la bruja se lo cree, y deja de cruzar los dedos y los brazos y las piernas, haciendo que el nacimiento se produzca. El poder que impedía ese nacimiento, es decir, el poder negativo, se convierte en un poder positivo, del “no” va al “sí”, de la negación a la afirmación, y eso hace posible en ese momento que el nacimiento se produzca. A veces hay que usar trucos para cambiar esa negatividad a algo positivo. Y el poder se encuentra en uno mismo, en la fuerza, en la misma hechicera, está dentro de la persona. No se trata del poder del “no” o del “sí”, sino del poder que tiene la persona para esa transformación.

Nuria Morgado [NM]: Lo que parece que pasa en este personaje de la bruja es que también sufre una metamorfosis. Se abre a la inocencia y asombro del niño cuando se cree que el bebé ha nacido, y al creérselo se produce el nacimiento. De alguna forma se transforma.

GB: Como las Furias de Esquilo. Las Furias, o las Erinias, diosas de la venganza, persiguen a Orestes, quien había matado a su madre, Clitenmestra, en venganza por el asesinato de su padre, Agamenón. En el juicio que llevó a cabo Atenea sobre este matricidio las Furias actúan como abogado de Clitenmestra y persiguen y atacan y están en contra de Orestes. Es el primer juicio que aparece en la literatura, el de Atenas, y hubo un empate. Y Atenea lo desempata votando a favor de Orestes, en beneficio del acusado, para cortar así la cadena de crimen, venganza, crimen. Porque primero Clitenmestra mata a su marido, después Orestes, el hijo, la mata a ella, así que no es preciso seguir vengándose forever, sino que se hace preciso cambiar esa negatividad en positividad. Entonces, las Furias se enfurecen más todavía, pero Atenea, muy sagaz, hace un pacto con ellas y les ofrece un terreno en las afueras de Atenas, yo creo. Les ofrece ese terreno y les dice: van a tener un lugar donde vivir. Ustedes pueden vivir ahí pero tienen que transformar su venganza en aires positivos, y tienen que traer niños al mundo, tienen que traer cosas positivas al mundo. Entonces, ellas lo consideran y lo toman, toman la oferta porque simplemente Atenea les ofreció un lugar para existir, y ellas, las Furias, lo toman, y me parece muy bien. Las Furias cambiaron, se transformaron, y esa es otra transformación del mal al bien, la misma fuerza se transforma del mal al bien.

Todo esto nos ayuda a nosotros mismos, yo encuentro que esto es una cosa tan interesante. Porque lo bello que tiene Esquilo es que en sus obras se ve algo que muy pocas veces se ve en la literatura, que es la transformación de un momento histórico a otro momento histórico, o la transformación de algo negativo en positivo. Pero a veces no es eso, a veces son transformaciones de poderes, de un poder a otro poder, Esquilo acaba así sus obras, con transformaciones de un poder a otro poder. Y eso me fascina. Tú ves la transformación de las Furias, de algo negativo a algo positivo, y yo creo que en ese lugar a donde ellas fueron, donde se establecieron, el lugar que les dio Atenea, es a donde Edipo fue a morir. Y es un lugar bendito porque está lleno de lo positivo, porque transformaron su maldad en bendiciones. Así es que ahí puedes ver también cómo se transforman las Furias.

NM: La bruja se transforma, se transforman las Furias, todos nos transformamos, porque todo lo que se vive te transforma, pero también todo queda.

GB: Sí, es cierto, nos transformamos, pero hay un carácter, hay una forma que ha estado en la persona desde el nacimiento hasta ahora, y esa persona tiene algo que no ha cambiado. Y ese no-cambio es lo que ha hecho las transformaciones. Uno es la misma persona. La misma persona es la que te está transformando. O sea, tú puedes ver las características de una cierta persona, lo que no cambia. Como decía Gertrude Stein: “A rose is a rose is a rose is a rose”. Eso es ir en contra de la metáfora, que yo también estoy en contra, no hay que buscar metáforas. Una rosa es una rosa es una rosa. Las cualidades de una persona, por más que se transformen, ahí están. En las transformaciones hay algo que queda. Se pueden reconocer las cualidades de la persona. Puede ser que se transforme de una cosa a otra, pero en esa transformación reconoces ciertas cualidades que pueden ser físicas, morales o espirituales, pero las reconoces. Es la misma persona.

NM: Y esa esencia se puede encontrar también en los objetos. Todo forma parte del mismo hilo que conforma el tejido del universo del que somos parte.

GB: Hay que tener en cuenta la energía de las cosas. Todo respira, todo tiene vida. Hasta las sillas te hablan. Las luces te hablan, los cuadros te hablan. Todo existe. Por ejemplo, todos mis muñecos, las marionetas que tengo, están ahí y me están hablando, me están ayudando a vivir y siempre me han ayudado. Todas estas cosas existen y tienen vida. Y se acoplan a uno, y a veces toman la personalidad de uno, y les gusta también, les gusta estar aquí. Todas las cosas te hablan. Si uno entendiera el lenguaje de las cosas, o el lenguaje de los animales, estaría en comunicación con la vida, con todo el universo. Por ejemplo, tengo un amigo, el conde de Alba, que me enseñó unos huevos de Fabergé5 que eran de los Romanoff. Y él me dijo que si me interesaba alguno él me lo podría vender. Y yo le dije que no, que no me interesa nada de esa familia Romanoff. Serán exquisitos, todo lo que tú quieras, pero no quiero ese destino en mi casa. Son objetos con mala energía.

NM: Hablando de transformaciones y esencias que quedan, me leías el otro día un fragmento del nuevo libro en el que estás trabajando que describe la diferencia entre “delusion” e “ilusion”.

GB: “Delusion” es lo que pasa cuando se te presenta el pasado como una guía para arreglar el presente, ya que eso nos lleva de regreso a los muertos, y se produce una contaminación, un engaño, es un espejismo, no una ilusión. Es muy diferente a una ilusión. La ilusión es una esperanza y la esperanza es algo que todavía no ha sucedido. “Delusion” es como una ilusión pasada que se presenta como esperanza, pero si está pasada ya está muerta, y si se presenta como si estuviera viva en el presente, deja de ser ilusión y se convierte en “delusión”, en una suerte de engaño o espejismo. Esta es la cita:

Whenever you have the past (what is dead) presenting itself as an agenda to fix the present moment by taking us back—to the dead— you have contagion, pest, collusion, pollution, delusion—not illusion. Illusion is hope. Delusion is a past illusion presenting itself as hope. Hope is something that has not happened yet—but when it happens—and the happening has already died— and been buried— and other present moments have come forward—and have made us live other present moments—and a dead body—a dead moment comes back—presenting itself as if it were alive—and it is dead— and it doesn’t tell us that it is dead—that is not an illusion—that is a delusion.6

“Delusion” es como “Make America Great Again”. No estoy hablando del “Great”, sino del “Again”, de querer traer algo del pasado, algo que ya está muerto, porque ya no existe. Traer la muerte al presente sigue siendo muerte. No lo puedes tomar como vida porque lo muerto, muerto está. Es muy diferente a una ilusión o a una esperanza, que tienes una esperanza en el futuro.

NM: ¿Cómo relacionas esto con lo que las nuevas generaciones intentan comunicar?

GB: No hay que acarrear el pasado en el presente, hay que abrirse al futuro y a las nuevas propuestas y realidades que llevan a un mundo más libre. El mensaje que parece que nos están transmitiendo las nuevas generaciones es que “they can’t breathe”. No puedo respirar. Yo lo entiendo. Imagínate estas generaciones que han perdido un año, el 2020. Imagínate que esto nos hubiera pasado a nosotros cuando teníamos 20 o 23 años. Hubiera sido mortal, para ti y para mí. Nos hubiera transformado de otra forma, a lo mejor nos hubiéramos quedado en nuestros lugares de nacimiento, es horrible lo que está pasando. Pero a lo mejor les da un incentivo y una fuerza muy grande, quién sabe. Pero les ha quitado un año, y uno pierde muchos años en la vida. Cuando vino Ground Zero yo perdí dos años de mi vida.

NM: Fueron los años en los que escribiste United States of Banana.

GB: Sí. Me dio una depresión, y no sabía de dónde venía esa depresión, porque yo no había perdido a nadie que conociera. Yo tenía un luto sin origen. Yo he estado mucho tiempo perdida en el mundo.

NM: ¿La causa fue el 11 de septiembre?

GB: Bueno, yo siempre me he sentido perdida, pero ese sentimiento fue más grande que nunca con el 11 de septiembre, esa “pérdida” fue inmensa, me duró como dos años, y no sabía qué hacer con mi vida. Es que, tú sabes qué, cuando uno está entre un libro y otro, cuando uno no sabe lo que está haciendo y le falta un enfoque en la vida, uno anda perdido. Hay gente que nunca está enfocada. No necesitan estar enfocadas, funcionan en la vida y no necesitan algo que los motive para seguir viviendo. Hay gente que no necesita eso, que no se cuestionan el significado de la vida, y que no les importa tampoco. A lo mejor son felices. Pero si yo no tuviera una vocación, yo no estaría feliz en la vida, yo no sería feliz, porque me parece que hay como un sinsentido, yo tengo que buscar una trascendencia en mi vida de alguna forma, y eso me lo ha dado, hasta cierto punto, la literatura. Yo lo necesito. Siempre he necesitado expresar esa profundidad.

Cuando era adolescente yo fui campeona de tenis en Puerto Rico. Fue el mismo año que me nombraron la mujer mejor vestida de Puerto Rico. A mí me han venido siempre las cosas sin esperarlas. Y era una niña muy popular. Pero un día decidí que el tenis no era lo mío, no me gustaba salir a la cancha y que me diera el sol en la cara. Sentía que mi vocación era otra. Era el deseo de expresar esa profundidad que sentía de las cosas.

NM: Y te fuiste a estudiar a Estados Unidos y Europa. Y después de ejercer como profesora de universidad lo dejaste todo para dedicarte a la escritura. ¿Qué queda de esa Giannina adolescente?

GB: Mira, hace unos cinco años más o menos, estaba en el Hotel Condado Vanderbilt en San Juan comiendo, y en la mesa de al lado había un grupo de mujeres tomando unas copas y hablando alegremente.

“¿De dónde eres?” me preguntaron.
“De aquí”, les dije, “me crie aquí al lado, en Kings Court”. “No, no eres de aquí. No sé de dónde eres, pero no eres

de aquí”.
“¿Cómo te llamas?”, le pregunté a las más agresiva. “Corali Bentacourt”.
“Corali, eras tan libre y salvaje. Te admiraba. Llevabas cascabeles en los pies y siempre tenías a un grupo de admiradores siguiéndote a todas partes. Como Madonna”.

“¡Ay, Gia!” empezó a llorar, y me abrazó. Fue todo tan extraño, estar en tu país y que tu propia gente te diga que no eres de allí. Pero yo sí que soy de allí. Y también soy de aquí.

NM: Giannina, ¿qué es la felicidad para ti?

GB: Yo veo la felicidad como una esperanza que se realiza en el momento. Yo soy feliz ahora porque estoy creando. A mí me hace feliz estar en el presente, presente con la gente, en el momento, eso me hace feliz. Cuando tus alas están volando, esa es la felicidad. Cuando las múltiples posibilidades– porque no es solo una, son muchas posibilidades– cuando todas se desarrollan a la vez, eso me hace feliz. Cuando todas las raíces dan fruto, la multiplicación de los panes y los peces me hace feliz. Tener gente a mi lado y ver el desarrollo de esa gente, eso me hace muy feliz también. No me gusta tanto la soledad, ya no creo que la soledad me haga feliz, pero yo era un ser muy solitario, y todavía lo soy, pero me gusta estar con gente. Me doy cuenta de cuánto te da la gente, cuánto te da el comunicarte con la gente. Y cuánto uno puede dar también.

NM: Recuerdo que una vez me hablabas de que, aunque haya momentos en que nos sintamos atrapados, uno siempre debe salir de ello con más valor, como el “Jack in the Box” que sale de su caja con fuerza, y sale con una sonrisa como Charles Chaplin.

GB: Exacto, como dice César Vallejo, “Hoy me gusta la vida mucho menos, pero siempre me gusta vivir: ya lo decía”. O sea, él sube de nuevo y afirma su amor por la vida. Se ve el mecanismo del espíritu. Es como el estilo, o como el tic nervioso, es una forma de analizar la realidad, o de brincar, o de caminar. A veces dices, “mira cómo se mueve esa persona”. Pues cómo se mueve la poesía también es importante. Para mí eso es lo más importante en la poesía: descubrir el movimiento, las conjunciones, cómo se monta la cosa, cuál es el andamiaje. Porque ahí está el espíritu, está la persona cavilando, cómo esta persona cavila, cómo esta persona piensa, cuál es la gimnasia que capta el movimiento de esa persona. Not everybody’s got it, but great poets do. Como dijo Antonio Machado sobre el “sí pero no” de Bécquer, ese es el movimiento de Bécquer, su dialéctica, el “sí pero no”. Yo lo encontré ahí, en el Jack in the Box de Vallejo, que en realidad es el Jack in the Box mío, porque yo soy así también.

Mira, mi profesor de filosofía –el profesor Cimadevilla–, que a mí me encantaba, daba las clases con la mano en el pecho, siempre de pie, nunca se sentaba, y cuando volví una vez a España pregunté por él y me dijeron que se había muerto de amor. Y yo no entiendo qué quiere decir muerto de amor –como que murió de una decepción amorosa o algo así–, pues él decía que había una diferencia entre Unamuno y Ortega y Gasset. Y, si mal no recuerdo –porque puede ser que me lo esté inventando– decía que Ortega y Gasset empezaba con un tema, como en una caminata, y pensaba en una finalidad, pero se encontraba con tantas cosas por ahí, y se perdía tanto en las cosas con las que se encontraba, que la finalidad ya no tenía prioridad. Y Unamuno era totalmente distinto porque él siempre tenía una finalidad. Yo me imagino que esto tiene que ver con lo que le molestaba a Nietzsche de los scholars –y puede ser que también me esté inventando esto–, según yo entendí, lo que le molestaba es que ellos tomaban una idea muy pequeña y sobre esa idea sacaban un libro inmenso, mientras que, por otra parte, uno puede tener múltiples ideas y escribir sobre ellas y sobre otras que surjan en el camino, o sea, escribir sobre esas múltiples ideas a través de todo el camino. Como método, eso es muy diferente a lo otro que le molestaba a Nietzsche de una idea sola, que es más aburrido también. Pero los scholars lo encuentran más serio. Yo no lo encuentro más serio, porque solo hay que tener una hipótesis y probarla. ¡Y por qué demostrarla! Es que hay tantas ideas, que ¿por qué tener una idea sola y probarla? ¡Porque no tiene ni idea! La literatura no es sobre eso, no es sobre demostración de nada.

Hay que tratar de romper con el método. Uno puede descubrir esos estornudos, esos eructos, esas formas de expresión que tiene un escritor. Hay unas cualidades que se reconocen. Se trata del atletismo del poeta, cómo manifiesta su cuerpo poético, cuáles son sus estructuras, pero sin método. Me molesta que haya un método fijo, aunque uno puede reconocer ciertas cosas. Pero hay que romper con el método. Y hay que romper con la dialéctica también. Aunque uno sabe que existen y que pueden crear una obra, pero en la próxima obra hay que romper y buscar.

NM: Hay un episodio sobre un estornudo en la nueva obra que estás creando.

GB: Para mí el estornudo es muy importante porque no lo puedes controlar. Son eructos de la vida. La multiplicidad es lo que cuenta. ¿Por qué una sola cosa? ¿Por qué un solo dios cuando hay tantos dioses? ¿Por qué demostrar una hipótesis? Porque un monoteísmo es hipótesis, y eso ya no funciona, porque uno ve la multiplicidad del mundo. El creer en el uno… mira, lo único que le da unidad a un libro es que está cerrado, la forma, es uno porque está cerrado, pero todo es múltiple ahí.

Una de las cosas que me fascinan de Ibsen, de Beckett y de Calderón de la Barca, es que cogen tópicos trillados, como por ejemplo “The Doll House”, o “Waiting for Godot”, o “La vida es sueño”, y les dan vida. Es como coger un refrán y darle vida al refrán, como decir: vamos a darle vida a esto, vamos a hacer esto real, una obra de teatro. Y me parece fabuloso eso. Es un concepto filosófico que se convierte en vida, en una obra de teatro. Y Ibsen lo hizo y lo hizo Calderón de la Barca, porque uno siempre dice que “la vida es sueño”, pero convertir ese tópico de la vida es sueño y hacerlo vida, hacerlo una obra de teatro, eso es genial. Y Waiting for Godot también. Cuántas veces uno se ha visto “waiting for Godot”, waiting and waiting for God, or waiting for something to happen and you are waiting, porque en nuestras vidas siempre estamos waiting for something to happen and then, nothing happens, but the waiting. Y hay una esperanza siempre, esperando que algo va a venir, pero nunca llega. Es fabuloso, pero que te lo creas, hay una creación que le da la vida a estos conceptos, eso me fascina.

NM: Se trata de crear, ¿no?

GB: Esos conceptos filosóficos que se crean y se convierten en un mecanismo que funciona, en literatura, en drama. Eso también tiene que ver con el mecanismo de las cosas, o sea, porque ya no es un concepto filosófico, con esas obras se convierte en una realidad, en una creación, como tú dices. Me encanta esa transformación.

NM: Y para crear hay que creer.

GB: Sí, hay que creer, porque hay que tener fe. Sin fe no existe el milagro. El milagro viene con fe.

NM: Tu obra, como la de Beckett o Calderón de la Barca, es también puro teatro.

GB: Sí, es teatro con las palabras, pero es teatro, y algún día se hará todo, de todo se hará una representación.

Nuria Morgado

Nacida en Barcelona, España, Nuria Morgado es catedrática de estudios hispánicos, investigadora, conferencista, crítica literaria y editora. Reside en Estados Unidos desde 1992. Es Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona (B.A., 1991) y obtuvo su doctorado en Literatura Peninsular y Latino Americana en la Universidad de Arizona (Ph.D. 2003). En el año 2013 fue nombrada Miembro Correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE) y en el 2016 Miembro Numerario de la misma y, por consiguiente, Miembro Correspondiente de la Real Academia Española (RAE). Desde el 2010 forma parte de las siguientes Comisiones de la ANLE: la Comisión de Estudios Literarios y Publicaciones, la Comisión para el estudio de la presencia hispánica en los Estados Unidos, la Comisión de Educación, y la Comisión del Certamen Literario. Ha mantenido además una activa labor en el consejo editorial del Boletín de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (BANLE) y del Comité Editorial de la RANLE.

1 Dice Zaratustra que en el ser humano es primero un camello que dice “yo debo”, luego se transforma en un león que dice “yo quiero” para acabar en un niño que afirma su voluntad.

2 En “Breve tratado del poeta” file:///Users/nuriamorgado/Downloads/breve-tratado-del-poeta-artista.pdf

3 Ver “Cinco personajes fugaces en busca de Don Quijote”, en Cuadernos Hispanoamericanos, No 328, 1977, pp. 101-115.

4 En la tragedia de Esquilo Las Euménides (tercera parte de la trilogía la Orestíada), las Furias, o las Erinias o Euménides (fuerzas primitivas anteriores a los dioses olímpicos y que por ello no se someten a la autoridad de Zeus), persiguen a Orestes, quien había matado a su madre, Clitenmestra, en venganza por el asesinato de su padre, Agamenón.

5 Una de las joyas creadas por la empresa de Carl Fabergé entre los años 1885 y 1917 para los zares de Rusia, la nobleza y la burguesía.

6 Cita inédita del nuevo trabajo de Giannina Braschi, todavía en proceso de creación en el momento de esta entrevista.