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filósofa puertorriqueña: TODAS Puerto Rico

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Giannina Braschi y su desafío en tiempos de desesperanza

En una lectura magistral en la Feria Internacional del Libro de Río Piedras, la escritora puertorriqueña volvió a retar géneros, rituales y autoridades

Mariela Fullana Acosta

Fotos de Ana María Abruña Reyes

la filósofa puertorriqueña Giannina Braschi

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Giannina Braschi se prepara para leer. Se levanta con calma de una de las sillas del salón L-1 de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico y camina hacia la tarima entre aplausos y una estela de silencio. No se coloca en el podio. Se planta frente a un esbelto micrófono solitario y comienza. No hay protocolo ni discursos formales. La poeta, narradora, filósofa del caos y de la libertad creadora, va directo a la poesía, a la insurrección de la palabra.

“Yo he sido adivina. En otros tiempos le adiviné el futuro a los bufones y a los locos. Ustedes lo recuerdan. Tenía la voz pequeña como un grano de arena y unas manos inmensas. Los locos caminaban por mis manos. Les dije la verdad. Nunca pude mentirles. Y ahora me arrepiento”.  

Braschi termina de leer ese texto, pero sigue. Va al pasado para hablar del futuro. Ahora recuerda a Ío, aquella vaca sagrada de Prometeo encadenado de Esquilo, para decirnos que ella también fue transformada, expulsada de su forma originaria. La escritora, nacida en San Juan en 1953, se estableció en la ciudad de Nueva York a finales de la década de 1970, y desde entonces, recorre la lengua como un territorio de resistencia. Muestra de ello es su nueva novela Putinoika, una tragicomedia épica escrita principalmente en inglés en la que navega los tiempos apocalípticos del presente.

Braschi desafía los rituales y abre su lectura magistral en la primera Feria Internacional del Libro de Río Piedras —celebrada del 3 al 8 de noviembre en la Universidad de Puerto Rico de Río Piedras— con un fragmento de su libro El imperio de los sueños (1988), obra fundacional con la que desafió toda clasificación. La escritora puertorriqueña no escoge este fragmento al azar. Lo hace con toda la intención. Ese texto, escrito hace casi cuatro décadas atrás, es una epopeya posmoderna y poscolonial sobre la vida de los migrantes en Estados Unidos.

“Algún día recuperaré mi forma originaria, mi idioma natal, y volveré a escribir en español, pero Prometeo me dijo que antes tengo que vivir en Roma, en la cuna de la latinidad, para recuperar mi forma originaria. Y mientras tanto, sigue mugiendo como una vaca. Y ahora mugiré unas escenas de mi nuevo libro Putinoika”.

Pero antes de que la habiten las palabras de “Ivana”, “Ivanka”, “Melania” y “Pendejo” —algunos de los personajes épicos de esta nueva entrega literaria—, Braschi tiene una sorpresa.

“Quiero dedicarle este poema a ICE”, dice. Luego exclama con fuerza: “¡Escúchenlo! ¡Cabrones!”. Es el título de un poema que escribió hace 50 años, y que hace mucho no leía, pero que decidió rescatar del olvido a pesar de que su alma “no está en escuchar a los cabrones”.

No crean ni por nada ni por nadie que habrán de matarme…”, lee con voz profunda. “No, no a los licores de la ensoñación. Y a los postrecillos del sentirme bien. Y a la barriga inflada. Ya conozco bien el cuento. Ya sé de qué se trata. Conozco de memoria todo su argumento. Y por todo el oro del mundo juro que No, que No, y que No. No, no, no, no me podré quedar sentado y al cabo sentirme lleno o colmado cuando la misma mierda de siempre se repite. Y los aperitivos y los postres me dan asco. Asqueado me despido. Asqueado. Y no me resigno. Ni renuncio. No, y no, y no…”.

Filósofa puertorriqueña:, Feria Internacional del Libro de Río Piedras

Esa es Giannina Braschi, la laureada escritora puertorriqueña que ha desafiado géneros literarios para colarse por los intersticios de las palabras y dejar que sean ellas las que hablen. Podríamos hacer una larga lista de los premios y reconocimientos que ha recibido —ganó el Premio Angela Davis 2024 del Ameriacan Studies Association (ASA)—, o mencionar que varios de sus poemas han sido traducidos al sueco, italiano, francés, chino, pero basta contar que no le teme a la provocación. De hecho, la busca. Si algo está claro es que lo suyo es demoler las normas, sacudir perceptos y decir, sin pedir disculpas.

Putinoika es otro ejemplo de esa literatura con la que desafía los límites. Es un texto valiente, políticamente sarcástico, con un agudeza y una genialidad literaria, no apta para las censores del trumpismo y maganismo. Quizás por eso, la escritora Yolanda Pizarro, que está en el público, le dice que teme por su seguridad si lee un texto como este en Estados Unidos. “¿Cómo te sientes cuando lees esto allá?”, le pregunta.

“Me siento bien, muy bien, porque si me muero con una bala en el corazón, muy bien, porque he dado el máximo por mi isla y por el mundo… Y además, no me lo merezco. La realidad no me lo merezco, pero si me quieren matar, que me maten. ‘¡Escúchelo, cabrones! No crean ni por nada ni por nadie que habrán de matarme’”.

La novela de la que habla y de la que ha leído un estracto entre silencios y carcajadas del público, posiciona a las mujeres en el centro de la trama. En un momento en el que los gobiernos de los países poderosos parecen remar en contra de nosotras, son ellas —las mujeres— las que hablan y tienen el poder en la literatura de Braschi.

“Para mí es súper importante que sean las mujeres las que narren porque soy mujer. Pero también porque las mujeres están en una posición horrible ahora mismo en el mundo”, señala en un aparte con Todas.

Putinoika reading
Putinoika

“Nunca he visto a las mujeres en un periodo peor en su vida. Estados Unidos, que se las daba de feminista… My God, ¡qué poco feminista es! Y Francia, que se las daba de feminista con tanta teoría… qué poco feministas son, porque son bien poco feministas. El abuso de Trump a la mujer es inaudito, y las mujeres que escoge son lo peor, como Pam Blondie (la secretaria del Departamento de Justicia de Estados Unidos). Una vez tienes un derecho, no te lo deben quitar nunca más. Eso de que se puedan retractar, como con el aborto, me parece una barbaridad”, establece.

Putinoika es un retrato burdo de la época en la que vivimos, de este tiempo convulso de binarios absolutos. Braschi afirma que lejos de desmotivarla, lo que está pasando en la actualidad la inspira porque “soy buena en las crisis”. Esa es otra de sus formas de resistencia.

“Estoy al servicio de lo que me provoca vida y lo que provoca vida es lo que me da poesía”.

“Lo raro no tiene identidad”

Lo afirma la poeta, la que escribe desde la desobediencia al patriarcado y al colonialismo, como hizo en Yo-Yo Boing (1998) o United States of Banana (2011). ). La que escribe una literatura decisivamente rara, cuir, con la que incomoda.

“Siempre me ha atraído lo raro porque no tiene identidad. Es una identidad que no existe”.

Muchas personas le han dicho que es muy cómica, aunque ella se percibe como una mujer muy seria. Quizás es porque su voz, esa que ha construido en papel y en el escenario, despunta allí donde la indignación ya no alcanza. “Siempre he estado sin raíces, pero con mis raíces bien puestas. Estoy con raíces en el aire y eso crea una gran incomodidad”, continúa.

Por eso cuando dice que al arte no sirve para nada y que hay que inventarse un nuevo género, hay personas que aplauden, otras que ríen y algunas que se quedan en silencio, viendo si algo viene después. El arte no sirve, insiste ella que ha vivido del oficio de escribir.

“El arte no me ha salvado de nada. Me he llevado al infierno, pero está bien, porque el artista tiene que pasar por el infierno, pero tiene que salir también”.

Braschi asegura que lo que hace no es arte, sino crear algo nuevo que no reconozca “el pasado tan horrible que estamos viviendo”. “La humanidad quiere crear algo diferente”.

Sobre ese horror y la palabra, también habla. ¿Estamos en una época en la que horror supera a la palabra?, se le pregunta, tomando en cuenta, sobre todo, el genocidio en Palestina, transmitido en vivo diariamente a través de las redes sociales.

“Creo que el horror supera a la palabra, pero dentro de ese horror y en ese silenio se va a encontrar una gran poesía porque se van a encontrar los registros del silencio y del dolor. Se van a encontrar ahí mismo. En lo inapalabrable se encuentran esos registros del silencio. 

¿Y se puede inventar un nuevo lenguaje para hablar de este horror?
“Se va a encontrar un nuevo lenguaje, se tiene que encontrar porque, ¿cómo salimos de la hecatombe en la que estamos? Hay que encontrarlo, pero que no se llame arte, por favor”, insiste.

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Mariela Fullana Acosta

Periodista puertorriqueña con más de de 20 años de experiencia. Ha laborado para diversos periódicos y medios de comunicación. Su trabajo se ha centrado en la cobertura de temas culturales. Es egresada de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras y recipiente de la Beca Gabriel García Márquez de Periodismo Cultural (2016) que otorga la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano.

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